
¿Pero quién es ella? El psiquiatra Andrew Marlow, convencido de que es capaz de hacer hablar hasta a una piedra, no consigue sacarle nada a su misterioso paciente. Impulsado por una curiosidad profesional que poco a poco va convirtiéndose en una irresistible obsesión, Marlow se embarca en una incesante búsqueda de respuestas que lo lleva a investigar a las mujeres de la vida de Oliver y a internarse en los perturbados paisajes de la mente del pintor.
Hasta que el encuentro de unas cartas de amor de más de un siglo de antigüedad le hace descubrir una historia oculta de dramáticas traiciones y pasiones secretas que había tenido lugar en la Francia de finales del siglo XIX, una tragedia en el núcleo del impresionismo francés que tal vez contenga la clave del misterio de Oliver.
Después del éxito mundial de La historiadora, que vendió más de un millón y medio de ejemplares. Elizabeth Kostova reaparece con su nueva y más esperada novela, un relato suntuoso y magistralmente construido que lleva al lector en un viaje a través de los siglos desde la costa de Normandía hasta los Estados Unidos, y desde el primer amor hasta el último, conjurando un mundo que nos habla de obsesiones, de amores imposibles, de la fragilidad del ser humano y de la fuerza del arte para trascender el tiempo.
1 comentario:
El tema pictórico elegido por Robert Oliver en la novela,para cometer su atentado artístico es uno de los más repetidos a lo largo de la história, desde los antiguos mosaicos que representaban los amores de Zeus, pasando por los grandes de todas las épocas: Leonardo, Miguel Angel, Corregio, Tintoretto, Rubens, Delacroix, Cezanne, Matisse e incluso nuestro genial Dalí y un sin fin casi abrumador de pintores que plasmaron en sus lienzos la sensualidad del momento.
Cierto es que la National Gallery of Art, posse varias obras sobre el tema aunque no fuí capaz de encontrar la obra reproducida en la portada.
Al menos sirvió la investigación para crear expectación sobre una novela que seguramente tendré que leer, como lo hice en su día con la Historiadora.
P.S. Un saludo, Aitor.
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